Cargado de imaginación y con una buena dosis de optimismo e ilusión frente a la vida, el trabajo de Robin Rhode (Cape Town, 1976) dibuja en las salas de la Galeria Tucci Russo de Turin(y hasta el 3 de Agosto), la trayectoria de este joven artista.
Rhode pertenece a una generación de creadores sudafricanos posteriores al apartheid que están situando el nombre de Johannesburgo en un lugar destacado de la esferas plásticas en la actualiad. Son precisamente las calles de esta ciudad las que motivaron al artista en sus comienzos y, aunque en 2002 se trasladó a Berlín, continúa viendo en ellas su principal fuente de inspiración.
Esta es una buena ocasión para contemplar una amplia selección de sus obras, realizadas en los más variados formatos, desde los más tradicionales a los basados en técnicas digitales, si bien son sus originales dibujos y animaciones los que mayor fama le han reportado hasta la fecha. Este tipo de trabajos, basados en la realización de diseños que combina con performances que quedan a su vez registradas en vídeos y fotografías, marcan la principal línea de investigación de Rhode.
En 1997 comenzó a introducir objetos pintados con tiza o carbón en el suelo y en las paredes y a establecer con ellos una relación de interactividad que le llevó a dibujar velas que podían ser apagadas o tocadiscos en los que pinchar música sobre la calzada. Así, la calle se fue convirtiendo en el principal escenario en el que desarrollar su trabajo y los referentes urbanos eran también los principales elementos de su obra.
Esta simbiosis entre realidad y ficción también se da en la escultura, disciplina en la que este creador lleva cerca de dos años experimentando y en la que encontramos composiciones tan ingeniosas como efímeras o en sus fotografias.
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