El miércoles pasado estuve en la (concurrida) inauguración de la exposición “The Bushwick Paintings” de DEBORAH BROWN, en la Galería LESLEY HELLER WORKSPACE, en el Lower East Side.
Brown lleva ya bastante tiempo pintando el paisaje que le rodea en el barrio de Bushwick (Brooklyn), donde reside y trabaja. Lo mejor es que en sus escenas no hay trampas ni censuras. Los edificios de corte industrial comparten sitio con los graffitis, las antenas, los postes eléctricos…
En su evolución pictórica se ha ido despojando poco a poco de cualquier elemento humano o animal, centrándose únicamente en la fisonomía urbana. De ahí, que su interés por el graffiti y el street art, haya crecido hasta dotar a estas corrientes de la misma importancia que la pura arquitectura o la poca vegetación que habita las grandes ciudades. Esta elección de los elementos que componen sus obras tiene una clara intención social, ecológica e incluso económica, ya que recrea con bastante realismo el medio en el que transcurren nuestras vidas a diario y su preciosa crudeza, hace que nos planteemos muchas cuestiones acerca del lugar en el que vivimos.
Técnicamente, su trabajo es un precioso y delicado caos de brochazos, texturas, medios… el realismo nace de un impresionismo académico y se mezcla con pinceladas muy sueltas, casi expresionistas. Los fondos lavados crean fantásticas bases sobre las que aplica todo tipo de colores, siluetas y formas.
Hablando con la propia artista, me comentaba sobre esas zonas planas (normalmente blancas o negras) sobre las que presenta tags reconocibles (mirad el de DickChicken!!); su incorporación se debe a un estilismo de las paredes que cortan nuestra visión en el espacio urbano. Una especie de doble intención: apología y denuncia.
Lo que más me gusta de todo este nuevo grupo de obras es la preciosa combinación de ese impresionismo de colores pastel, que recuerda a los grandes artistas franceses del último cuarto del s.XIX, y los elementos “de expresión” urbanos actuales como los tags o los zapatos que cuelgan de los cables eléctricos.
Si estáis por Nueva York, os recomiendo encarecidamente que os acerquéis a echadle un ojo a esta exposición. Fantástica. Además las enormes dimensiones de alguna de las piezas ayuda a que su contemplación sea una experiencia (para mi) única. Si no podéis pasar, haceos un favor y visitad SU WEB.
Al margen de atender a la inauguración, ese día también aproveché para darme un paseo por la zona; una de las pocas en Manhattan que todavía tiene algo de sabor. Eso sí, era de noche, hacia un frío terrible y estaba nevando, así que tampoco fue un paseo muy exhaustivo.
Un viejo mural de ABOVE que le planta cara al paso del tiempo:
Dos minúsculos soldados de plástico (anclados con chicle) que me trajeron memorias de mi infancia:
Un par de piezas curiosas:
… y pegatinas; MUCHAS pegatinas: Faust, Quel Beast, SolOne, KRSNA… habéis visto la de “Gusto-leum”?
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